No hay
aprendizaje sin experiencia, y la experiencia de este semana, la de tener los
ojos vendados primero tratando de proteger un objeto y la segunda siendo guiados
por un lazarillo, permitió generar un montón de conocimiento y sobre todo sentimientos
diversos.
La primera
práctica la de estar en una posición de alerta logró poner todos los sentidos
atentos, prestos a descubrir y detectar cualquier movimiento que intente
apoderarse del objeto que teníamos en custodia. Escuchar el crujir de la
madera, la respiración cercana, además de una sensación inexplicable de que
alguien se aproxima fueron experiencias nuevas y enriquecedoras.
La segunda
actividad tuvo como factor clave y primordial permitir desarrollar la confianza, adquirir confianza en la
persona que te guía, poner en sus manos tu seguridad, confiar en que no te
dejara caer o tropezar se convierte en la parte que define como será el
ejercicio. Una vez superada esta etapa y dando pasos inseguros uno avanza hacia
lo que será el despertar de los sentidos y reconocer cada objeto que el
lazarillo ponía a tu alcance. El sentir la brisa en la cara, redescubrir la
textura de las hojas de alguna planta, adivinar con solo el tacto el objeto que
estamos tocando o intentar imaginar el lugar en el que uno está caminando es una experiencia de aprendizaje inigualable.
Al cambiar
el rol es totalmente diferente, convertirte en lazarillo, ganarte la confianza
de la persona a la que estas guiando, poner el mundo en sus manos, adquirir esa
posición conlleva una gran responsabilidad que uno debe asumir.
La actividad motivó a realizar mas actividades que ayuden adquirir experiencia por tanto adquirir conocimiento que permita lograr empatía con otros y paso a paso convertirte en mejor persona.
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